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domingo, 28 de marzo de 2010

La oligarquía rusa no proviene del Partido Comunista sino de la mafia opositora

26 de marzo de 2010 /Civilización Socialista/.-

Se repite el lugar común de que los antiguos jefes comunistas se apropiaron de la economía pública, del Estado y de los recursos naturales sobre los que construyeron su fortuna. No es cierto. La gran mayoría de los oligarcas rusos son anticomunistas, mafiosos y burgueses opositores a los que los ministros del agente de la CIA y dictador anticomunista Yeltsin (cuyo abuelo fue sancionado en la época de Stalin por su anticomunismo activo) Chubais y Gaidar entregaron las principales fábricas, minas, empresas de hidrocarburos, edificios y tierras de Rusia para construir un capitalismo mafioso y criminal. Las excepciones son muy pocas: Mijail Jodorkovsky militó un tiempito en el Komsomol a ver qué podía robar pero aprovechó la contrarrevolución para fundar el banco Menatep que se apropió por 350 millones de dólares de la petrolera Yukos que a los dos años valía 9 mil millones.

El grueso de los oligarcas siempre han sido anticomunistas: Oleg Deripaska amasó su fortuna como agente de bolsa y se casó con la hija del ex jefe del gabinete del borracho Yeltsin. Es un hombre cercano a Putin.
Boris Berezovsky estudió ingeniería de sistemas, simpatiza con el sionismo y se convierte en jefe de mafias. Vladimir Potanin asesoró en el fraude electoral de 1996 que permitió a Yeltsin seguir en el poder y robarle su victoria a los comunistas.
Vladimir Gusinsky era en los años 70 un mafiosillo y cambista del mercado negro y un taxista sin licencia. Acumuló su fortuna con una empresa de construcción al servicio del alcalde burgués de Moscú Yury Luzhkov.
Alexander Smolensky siempre fue un enemigo del Socialismo y en la contrarrevolución se alió con Berezovsky.
Mijail Prójorov hizo su fortuna con el fondo de inversiones ONEKSIM, extrayendo oro y se dedica también a la trata de blancas. Mijail Fridman es un judío de Lvov aliado a Pyotr Aven ministro de comercio en el gobierno de Gaidar en 1992. Ambos fueron dueños del grupo Alfa y el banco Alfa. Gusinsky se asoció a capital norteamericano creando una empresa mixta de asesoría que con el tiempo se convirtió en el grupo Most que le permitió comprar medios de comunicación
Y así los demás.
A finales de los años 80 la cúpula gorbachoviana del Partido Comunista en el Politburó y al frente de cada Partido republicano (con heroicas y gloriosas excepciones) traicionaron abiertamente al Partido, al Estado y al Pueblo y se pasaron al capitalismo. Desmovilizaron al pueblo, claudicaron ante el imperialismo y derribaron el Socialismo en el Este europeo. Pero una vez que esa banda de traidores pierde el poder central y lo toma una mafia criminal abiertamente ultraderechista al servicio de la CIA con Yeltsin a la cabeza, los gorbachovianos se quedan en la calle y algunos se atrincheran en repúblicas como Azerbaiyán, Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajstán donde ahí siguen vendiendo sus servicios o a la CIA o a Rusia según quién pague mas.
Es Yeltsin el que crea la oligarquía mafiosa rusa que destruye la propiedad socialista del Pueblo soviético.
Un sector de la nueva burguesía en torno a Putin se niega a convertirse en una república bananera e intenta salvar a Rusia. La primera oligarquía pro imperialista es derrotada, exiliada y encarcelada y se consolida una nueva gran burguesía.
La parte intermedia del Partido Comunista y las bases comunistas se lanzan al contraataque con un éxito mediano: son masacrados en el Soviet Supremo de RUsia en 1993, les roban descaradamente las elecciones en Ucrania en 1999, son masacrados en Tayikistán, van a la cárcel y a la clandestinidad en Letonia, Estonia, Lituania y Georgia. Pero recuperan el poder en Belarus, Pridnestrovie y Moldavia y construyen fuertes partidos en Rusia. Los dirigentes comunistas y pro comunistas que vienen de las niveles medio y bajo del PCUS y que dan la batalla contra el imperialismo son Lukashenko de Belarús; Smirnov de Pridnestrovie; Voronin de Moldavia; Ziuganov, Nina Andreyeva y Víctor Anpilov de Rusia; Goradze de Georgia; Alfred Rubiks de Letonia y muchos otros.
La reconstrucción del socialismo requiere aclarar responsabilidades, ubicar a los enemigos del pueblo y reforzar las vanguardias comunistas de los pueblos trabajadores soviéticos

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