1º de marzo de 2010 /Civilización Socialista/.-
Siguiendo el ejemplo de sus vecinos polacos, que pretenden que Rusia asuma la culpa por el exterminio de 10 mil oficiales polacos en Katyn y les compense con miles de millones de dólares, los gobernantes lituanos, vuelven ahora su mirada a los sucesos del 13 de enero de 1991. La Lituania “independiente”, convertida hoy día en un alejado rincón perdido y miserable de la Unión Europea, y con la economía quebrada gracias a la crisis de ese capitalismo que tanto ansiaban, busca desesperada alguna fuente de ingreso con la que tapar sus miserias. Mientras, se ve obligada —a instancias de esa misma UE— a cerrar su central nuclear de Ignalinsk totalmente segura y rentable, y pasar de exportador de energía eléctrica a importador (de Polonia). De paso, siempre viene bien recordar a ese pueblo en el que todavía queda gente que recuerda con nostalgia la época soviética, los “crímenes de los ocupantes rusos”.
Recordemos que en aquella “pacífica” concentración junto a la sede de la televisión en Vilna, murieron 13 personas. Unos sucesos que entraron inmediatamente en el almanaque de “Crímenes del comunismo”, subsección “Atrocidades del Ejército soviético y KGB”. Nada se dice de los 60 soldados que resultaron heridos (algunos de bala), de los que 30 lo fueron de gravedad, ni del oficial del grupo “Alfa” al que mataron. Nadie recuerda que la única munición que tenían las tropas que intentaban recuperar el control de la sede de la televisión era de fogueo. Nadie quiere recordar que los disparos se hicieron desde arriba. La contrarrevolución, representada por el movimiento “Sajudis” necesitaba muertos y nada les impidió conseguirlos disparando contra su propia gente…Algo que no tienen empacho en reconocer. Solo hay que leer la entrevista que hizo N. Lopatinskaya a Audrius Butkevicius, para el nº 12(pág. 170) de la revista “Obzor” en abril del año 2000.
En aquella agonía de la Unión Soviética, azuzada por Gorbachov y Shevarnadze, ya había arraigado con fuerza el mito de que los paracaidistas, en Tiflis (Georgia) en abril del 89, se habían abierto paso entre la multitud a golpe de pala de zapador, dejando un reguero sangriento de 18 muertos, 16 de ellos mujeres. En realidad, murieron pisoteadas por esa multitud a la que los nacionalistas georgianos —con la complacencia del presidente de la URSS— se habían encargado de calentar.
Para los que puedan pensar que la URSS/Rusia saqueó Lituania tras su incorporación a la Unión, resumiremos aquí el informe que preparó en su día el Ministerio de desarrollo económico de la Federación de Rusia, a petición de la Cámara de diputados (Duma).
Dicho informe era la respuesta a la ley (Nº VIII-1727) aprobada el 13 de junio del año 2000 por el parlamento lituano (Seim) sobre la “indemnización derivada del perjuicio ocasionado por la ocupación soviética”. En octubre de ese año una comisión interministerial presentaba al gobierno de Lituania un informe con los daños, evaluados por el Instituto de economía y privatización, en el calculaban esos perjuicios en 20 mil millones de dólares, que desglosaban de la siguiente forma:
-Daños derivados de la muerte de población del país como fruto de la ocupación: 7.500 millones de dólares.
-Genocidio y represión de la población lituana: 1,8 mil millones de dólares.
-Persecución de la resistencia: 0,171 millardos.
-Perjuicio derivado de la llamada a filas obligatoria del ejército soviético entre 1944 y 1990: 2.300 millones de dólares
-Perjuicio derivado de la nacionalización y colectivización forzosa: 0’5 millardos.
-Daños ocasionados a la iglesia católica: 0’2 millardos.
-Cese forzoso de las funciones estatales: 1.400 millones de dólares.
-Emigración forzosa: 6 mil millones de dólares.
-Pérdidas económicas en el PIB: 0’8 millardos.
Repasemos ahora cuál era el escenario real. En el momento de su ingreso en la Unión Soviética, Lituania era un país fundamentalmente agrario, en el que el 74% de la población estaba ocupada en el campo y solo un 7% en la industria. Su producción industrial era 3 veces inferior a la media de la Unión Soviética y ocupa uno de los últimos puestos de Europa en cuanto a los indicadores de nivel de vida. Su escaso potencial industrial fue completamente destruido en los años de la guerra y las pérdidas de esos años se calculan en 38 mil millones de dólares.
Como integrante de la URSS, Lituania pudo desarrollar su economía en mucha mayor proporción que se lo habría permitido de contar únicamente con su PIB, lo que le permitió recuperarse rápidamente de las pérdidas ocasionadas por la guerra y la creación de un entramado industrial completamente nuevo.
Como se deduce de los cálculos efectuados al analizar el periodo entre 1965 y 1990, el beneficio neto que extrajo Lituania gracias a su pertenencia a la URSS y a la división del trabajo existente entre las republicas que la integraban, la diferencia entre los recursos consumidos y la producción del valor añadido, arrojaría un saldo positivo de 30 mil millones de dólares.
Una ganancia que en gran medida debe al potencial aportado por la Federación de Rusia como la república con mayor peso en todos los órdenes de producción de recursos y producción industrial de entre todas las repúblicas de la URSS.
Los tiempos en la construcción superaban en Lituania en 1’5 veces a los indicadores medios de la URSS. Entre 1940 y 1990 en el desarrollo de la economía lituana se invirtieron 65 mil millones de dólares.
Se desarrollaron la industria química y petroquímica, la energía nuclear. Su refinería de petróleo trataba 12 millones de toneladas al año. La central atómica que acaban de cerrar tenía una capacidad de generación de 2500 megavatios. Se construyeron empresas de celulosa, astilleros…Solo en la construcción de la fábrica de maquinaria de Zalguiris participaron empresas de más de 40 ciudades de toda la Unión. En la construcción de sus centrales hidroeléctricas y térmicas participaron 200 empresas de la Unión Soviética.
En el complejo agroindustrial de Lituania se invirtieron muchos más medios que en los complejos equivalentes de otras regiones de la URSS. Concretamente en el noveno plan quinquenal (1971-1975) la inversión fue de 3’8 veces más por hectárea, en comparación con el indicador medio de la URSS. La inversión en el mejoramiento de tierras, el desarrollo social de las zonas rurales, la construcción de carreteras fue mucho mayor que en el resto de la Unión. En 1990 ese indicador era de un 70% frente al medio de un 3% del resto de la URSS. Todo esto permitió a Lituania multiplicar por 85 su volumen de producción industrial en el periodo entre 1940 y 1990.
Lituania recibió además como herencia de la Unión soviética una potente base técnico-material (guarniciones militares, aeródromos, almacenes, puestos de vigilancia fronteriza), cuya creación corrió íntegramente a cargo de los presupuestos generales de toda la Unión. El valor de todas esas infraestructuras supera los 6.300 millones de dólares.
Habría que añadir a todo lo expuesto que el desarrollo económico de Lituania fue subsidiado por los envíos de recursos energéticos, petróleo, gas, productos químicos, etc. a precios muy inferiores a los internacionales.
La ganancia obtenida en el intercambio de producción con las demás repúblicas de la Unión se puede calcular en 35 mil millones de dólares.
Su infraestructura socio-económica se desarrolló a gran velocidad: se construyeron 33 mil kilómetros de carreteras, 36 millones de m2de viviendas, escuelas con capacidad para 627 mil plazas, 217 mil plazas de guarderías y otros servicios a la infancia, hospitales con capacidad para 28 mil camas, y un largo etcétera.
Que el lector juzgue quién le debe a quién. Si Rusia siguiese el camino lituano y exigiese una compensación por todos los recursos invertidos en el desarrollo de la economía lituana, la cifra rondaría los 72 mil millones de dólares.
Imaginamos que este 2010 en que se celebrará el 65 aniversario de la victoria sobre el fascismo, será para los actuales gobernantes lituanos, que tanto añoran a las tropas de la Wehrmacht, un mal año.
Noticia elaborada por Josafat S. Comín basándose en los artículos de V.Titiokin y I.Galaktionov, aparecidos en el último número de “Uliki” (Pruebas), suplemento de “Sovietskaya Rossia”.
(Fotos: 1.- Estatuas a soldados héroes soviéticos en un parque de Klaipeda; 2.- Glorioso general rojo Iván Cherniakovsky de 39 años quién liberó Vilnius y Kaunas de la peste nazi-nacionalista antes de caer como un héroe. Los nazi-nacionalistas lituanos le profesan un odio constante; 3.- Un nacionalista lituano bautizando una calle de Klaipeda con su héroe: Adolf Hitler; 4.- El líder antifascista judío lituano Abba Kovner que luchó contra los nazis y sus amigos que regresaron al poder en 1991).
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