Con la Primera Guerra Mundial como excusa y argumento, Turquía continuaba con el cumplimiento de su objetivo principal: aniquilar al pueblo armenio para terminar con la Causa Armenia. Los territorios de la Armenia Occidental, bajo su dominio, ya habían sufrido el exterminio masivo de la gran mayoría de la población armenia, la destrucción de casas, centros culturales e iglesias, el robo y la apropiación de sus bienes materiales y el destierro forzado de centenares de miles de armenios que habían logrado salvarse, en primera instancia, de la barbarie turca. Claro que todo ello no alcanzó para saciar la sed de sangre de las fieras otomanas. Ahora le tocaba el turno a la Armenia Oriental, a aquella pequeña porción de territorio que había logrado sobrevivir bajo dominio del Imperio Zarista y donde habían encontrado refugio centenares de miles de armenios desterrados de la Armenia Occidental.
Pero aquí cabe destacar un detalle: en el viejo Imperio Zarista los históricos diez días que conmovieron al mundo habían depositado el poder en manos de los soviets, encabezados por los bolcheviques de Vladimir Lenin. Entonces, los turcos tenían ahora una doble motivación: aniquilar a los armenios y contribuir con las potencias imperiales en su lucha contra la naciente Rusia Socialista.
Aprovechando, por un lado, la decisión del Gobierno Ruso de disminuir sus fuerzas militares para centralizar las mismas en la reconstrucción socialista del país y, por el otro, la posición contrarrevolucionaria de ciertos sectores políticos de Armenia, Azerbeidján y Georgia, quienes formando el Seim de Transcaucasia separaron la región de Rusia, Turquía se lanzó a una nueva agresión, esta vez sobre territorio de la Armenia Oriental.
Encabezados por Stepán Shahumian, las fuerzas revolucionarias lograban triunfar en Bakú y el 1º de Abril de 1918 instauraban el Gobierno Soviético en la ciudad, transformándose la Comuna de Bakú en el primer triunfo socialista en toda la región. Durante los meses de Abril y Mayo del mismo año, las fuerzas revolucionarias establecen su poder en varias regiones lindantes a Bakú. La lucha por la capital azerbeidjana se transformó en uno de los centros de la contienda contra las fuerzas imperialistas, ya que el manejo del petróleo era considerado estratégico por ambas partes. Y Turquía, con la complicidad, y apoyado ahora sí de manera pública por sus aliados occidentales, invadió territorio armenio para desde allí seguir hacia Bakú.
A fines del mes de Mayo de 1918, las fuerzas turcas habían ocupado una porción importante de territorio armenio y avanzaban hacia la capital, Ereván, para de esa forma concluir con uno de sus objetivos: el exterminio de la población armenia. Mientras las autoridades de Ereván habían decidido entregar Armenia sin resistencia a los turcos, el pueblo se organizó y produjo uno de los acontecimientos vitales de su milenaria historia, que fue fundamental para garantizar su existencia. En los campos de Gharakilisé, Pash Abarán y Sardarabad, el pueblo armenio combatió ante las fuerzas militares turcas (superiores en número y armamento) y las expulsó de su territorio, liberando de esta forma la última y única porción de Armenia existente.
Lamentablemente, esta trascendente victoria popular en el campo militar, no se vio reflejada en el campo de la diplomacia. El 28 de Mayo de 1918 nacía la República de Armenia (consecuencia lógica de la separación del Seim de Transcaucasia que también dio a luz a las Repúblicas de Georgia y Azerbeidján), y representantes de su gobierno firmaban con el derrotado Imperio Otomano el tristemente célebre Tratado de Batum (ver nota aparte). Al enterarse sobre la firma de este Tratado, el General Antranig envía un telegrama diciendo: «Con las condiciones aceptadas en este acuerdo Ustedes, con sus propias manos, han atado sus pies y manos con las cadenas de la esclavitud».
Mientras tanto, en Bakú las fuerzas revolucionarias resistían la constante agresión imperialista a la que se sumaban la de los musavatistas de Azerbeidján, los mencheviques de Georgia y los tashnag de Armenia. Sin embargo, los pueblos de la región buscaban los medios para llegar en ayuda a los comuneros. Uno de los héroes nacionales del pueblo armenio, el General Antranig Ozanian, el 14 de Julio de 1918 le enviaba un telegrama a Stepán Shahumian (foto), donde decía: «Sometiéndome de manera indiscutible al Tratado de Brest Lidovsk, Najicheván, donde me encuentro actualmente con mis fuerzas, la he declarado parte inseparable de la República Rusa. Solicito que le comunique a quien corresponda que a partir de hoy, junto a mi brigada, no encontramos a disposición del Gobierno Central de Rusia. Actuaremos para impedir el ingreso de las fuerzas turcas a la provincia de Najicheván. Espero su respuesta. General Mayor Antranig». En su respuesta, Stepán Shahumian decía: «Chulfa, al líder popular Antranig. Recibí su telegrama y lo reenvié a Moscú, al Gobierno Central. Personalmente saludo en Usted al verdadero héroe popular. Si el señor Kachaznuní y los otros dirigentes fueran como Usted, el campesinado armenio no viviría la actual situación trágica. Envíeles saludos a los valientes soldados que pelean junto a Usted y a todos los trabajadores, quienes sufren las consecuencias de las bayonetas turcas y de las traiciones de los dirigentes nacionales. Llamo a Usted a que sin medir dificultades mantenga en alto las banderas revolucionarias... El proletariado de Bakú, con la ayuda del poder de Rusia, libra heroicas batallas contra las bandas enemigas en las regiones de Kiurtamir y Aghsvi. Cuando derrotemos a los turcos, a los khan y a los bey, a los gobernantes georgianos y a los burgueses armenios, los campesinos y proletarios de Transcaucasia, unidos, en un congreso general, establecerán el poder soviético y volverán a unirse a Rusia. Estaría contento de poder brindarle a Usted la ayuda necesaria, pero seguramente Usted encontrará los caminos para ello. Stepán Shahumian, Presidente del Soviet de Bakú».
Sin embargo, el accionar conjunto del ejército turco, el imperialismo británico y las fuerzas contrarrevo-lucionarias de Transcaucasia, logró derrumbar esta primera experiencia socialista en la región. El 20 de Septiembre de 1918 los 26 dirigentes de la Comuna, entre ellos su Presidente Stepán Shahumian, fueron fusilados.
Tras la caída de la Comuna de Bakú y con el ingreso a la ciudad del ejército turco, comenzaron nuevas persecuciones contra la población armenia con el triste saldo de más de 30.000 personas masacradas.
La región estaba definitavemente en manos de los contrarrevolucionarios nacionales, las potencias imperialistas y los turcos.
Mencheviques, musavatsitas y tashnag coincidían en su anticomunismo y en el odio a la Rusia Soviética, y por ello tejían sucesivas alianzas con los turcos e imperialistas. Pero al mismo tiempo, llevaban a sus propios pueblos a distintas luchas fraticidas por la posesión de distintos territorios, actitud ésta alentada por las potencias europeas y Turquía.
Pero a pesar de la militarmente poderosa presencia extranjera en la región, como apoyo a los gobiernos de Armenia, Georgia y Azerbeidján, la lucha revolucionaria en Transcaucasia fue creciendo hasta que para fines del año 1920, en las tres Repúblicas ya se había instaurado el poder soviético.
Pero aquí cabe destacar un detalle: en el viejo Imperio Zarista los históricos diez días que conmovieron al mundo habían depositado el poder en manos de los soviets, encabezados por los bolcheviques de Vladimir Lenin. Entonces, los turcos tenían ahora una doble motivación: aniquilar a los armenios y contribuir con las potencias imperiales en su lucha contra la naciente Rusia Socialista.
Aprovechando, por un lado, la decisión del Gobierno Ruso de disminuir sus fuerzas militares para centralizar las mismas en la reconstrucción socialista del país y, por el otro, la posición contrarrevolucionaria de ciertos sectores políticos de Armenia, Azerbeidján y Georgia, quienes formando el Seim de Transcaucasia separaron la región de Rusia, Turquía se lanzó a una nueva agresión, esta vez sobre territorio de la Armenia Oriental.
Encabezados por Stepán Shahumian, las fuerzas revolucionarias lograban triunfar en Bakú y el 1º de Abril de 1918 instauraban el Gobierno Soviético en la ciudad, transformándose la Comuna de Bakú en el primer triunfo socialista en toda la región. Durante los meses de Abril y Mayo del mismo año, las fuerzas revolucionarias establecen su poder en varias regiones lindantes a Bakú. La lucha por la capital azerbeidjana se transformó en uno de los centros de la contienda contra las fuerzas imperialistas, ya que el manejo del petróleo era considerado estratégico por ambas partes. Y Turquía, con la complicidad, y apoyado ahora sí de manera pública por sus aliados occidentales, invadió territorio armenio para desde allí seguir hacia Bakú.
A fines del mes de Mayo de 1918, las fuerzas turcas habían ocupado una porción importante de territorio armenio y avanzaban hacia la capital, Ereván, para de esa forma concluir con uno de sus objetivos: el exterminio de la población armenia. Mientras las autoridades de Ereván habían decidido entregar Armenia sin resistencia a los turcos, el pueblo se organizó y produjo uno de los acontecimientos vitales de su milenaria historia, que fue fundamental para garantizar su existencia. En los campos de Gharakilisé, Pash Abarán y Sardarabad, el pueblo armenio combatió ante las fuerzas militares turcas (superiores en número y armamento) y las expulsó de su territorio, liberando de esta forma la última y única porción de Armenia existente.
Lamentablemente, esta trascendente victoria popular en el campo militar, no se vio reflejada en el campo de la diplomacia. El 28 de Mayo de 1918 nacía la República de Armenia (consecuencia lógica de la separación del Seim de Transcaucasia que también dio a luz a las Repúblicas de Georgia y Azerbeidján), y representantes de su gobierno firmaban con el derrotado Imperio Otomano el tristemente célebre Tratado de Batum (ver nota aparte). Al enterarse sobre la firma de este Tratado, el General Antranig envía un telegrama diciendo: «Con las condiciones aceptadas en este acuerdo Ustedes, con sus propias manos, han atado sus pies y manos con las cadenas de la esclavitud».
Mientras tanto, en Bakú las fuerzas revolucionarias resistían la constante agresión imperialista a la que se sumaban la de los musavatistas de Azerbeidján, los mencheviques de Georgia y los tashnag de Armenia. Sin embargo, los pueblos de la región buscaban los medios para llegar en ayuda a los comuneros. Uno de los héroes nacionales del pueblo armenio, el General Antranig Ozanian, el 14 de Julio de 1918 le enviaba un telegrama a Stepán Shahumian (foto), donde decía: «Sometiéndome de manera indiscutible al Tratado de Brest Lidovsk, Najicheván, donde me encuentro actualmente con mis fuerzas, la he declarado parte inseparable de la República Rusa. Solicito que le comunique a quien corresponda que a partir de hoy, junto a mi brigada, no encontramos a disposición del Gobierno Central de Rusia. Actuaremos para impedir el ingreso de las fuerzas turcas a la provincia de Najicheván. Espero su respuesta. General Mayor Antranig». En su respuesta, Stepán Shahumian decía: «Chulfa, al líder popular Antranig. Recibí su telegrama y lo reenvié a Moscú, al Gobierno Central. Personalmente saludo en Usted al verdadero héroe popular. Si el señor Kachaznuní y los otros dirigentes fueran como Usted, el campesinado armenio no viviría la actual situación trágica. Envíeles saludos a los valientes soldados que pelean junto a Usted y a todos los trabajadores, quienes sufren las consecuencias de las bayonetas turcas y de las traiciones de los dirigentes nacionales. Llamo a Usted a que sin medir dificultades mantenga en alto las banderas revolucionarias... El proletariado de Bakú, con la ayuda del poder de Rusia, libra heroicas batallas contra las bandas enemigas en las regiones de Kiurtamir y Aghsvi. Cuando derrotemos a los turcos, a los khan y a los bey, a los gobernantes georgianos y a los burgueses armenios, los campesinos y proletarios de Transcaucasia, unidos, en un congreso general, establecerán el poder soviético y volverán a unirse a Rusia. Estaría contento de poder brindarle a Usted la ayuda necesaria, pero seguramente Usted encontrará los caminos para ello. Stepán Shahumian, Presidente del Soviet de Bakú».
Sin embargo, el accionar conjunto del ejército turco, el imperialismo británico y las fuerzas contrarrevo-lucionarias de Transcaucasia, logró derrumbar esta primera experiencia socialista en la región. El 20 de Septiembre de 1918 los 26 dirigentes de la Comuna, entre ellos su Presidente Stepán Shahumian, fueron fusilados.
Tras la caída de la Comuna de Bakú y con el ingreso a la ciudad del ejército turco, comenzaron nuevas persecuciones contra la población armenia con el triste saldo de más de 30.000 personas masacradas.
La región estaba definitavemente en manos de los contrarrevolucionarios nacionales, las potencias imperialistas y los turcos.
Mencheviques, musavatsitas y tashnag coincidían en su anticomunismo y en el odio a la Rusia Soviética, y por ello tejían sucesivas alianzas con los turcos e imperialistas. Pero al mismo tiempo, llevaban a sus propios pueblos a distintas luchas fraticidas por la posesión de distintos territorios, actitud ésta alentada por las potencias europeas y Turquía.
Pero a pesar de la militarmente poderosa presencia extranjera en la región, como apoyo a los gobiernos de Armenia, Georgia y Azerbeidján, la lucha revolucionaria en Transcaucasia fue creciendo hasta que para fines del año 1920, en las tres Repúblicas ya se había instaurado el poder soviético.
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