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domingo, 14 de febrero de 2010

Goleador comunista

El goleador "comunista" del que habla toda Europa (Extraido de prensa burguesa-Año 2008).

Cristiano Lucarelli comandará hoy el ataque de Italia, que después de consagrarse campeón del mundo busca evitar el papelón de no clasificarse a la Euro 2008. Este delantero tiene una historia política muy particular
A muchos les parece un tipo simpático. Otros consideran de "excesiva" su intención de mezclar fútbol con política. Cristiano Lucarelli es un hombre por demás apasionado, a punto tal que sus pronunciamientos ideológicos le han causado problemas en su carrera deportiva.
Actualmente en el Shakhtar Donetsk ucraniano, este delantero de 32 años se hizo famoso no sólo por sus goles -fue el máximo artillero de la Liga italiana en la temporada 2004/2005- sino también por su comunismo militante, condición que le valió el cariño de los hinchas del Livorno, club en el que jugó y que tiene una fuerte relación histórica con la izquierda de ese país.
Hoy volverá a ser el centro de todas las miradas pero por un hecho netamente futbolístico: el seleccionador de Italia, Roberto Donadoni, acudió a su ayuda para que comande el ataque de su equipo frente a Ucrania, partido que se disputará desde las 15:45 de nuestro país y que puede definir la suerte del último campeón del mundo de cara a la clasificación a la Eurocopa del año que viene.
La historia de Lucarelli con la Selección azurra estuvo atravesada justamente por causas políticas. En un partido de la categoría Sub 21 contra el combinado de Moldavia, en 1997, marcó un gol y para celebrarlo eligió un modo muy particular: dejó ver ante las cámaras de televisión una remera con la figura del "Che" Guevara, mientras alzaba su puño al cielo.
La Federcalcio repudió aquella acción y el jugador no volvió a ser convocado ni para el representativo de menores ni para el de mayores por un largo tiempo. Recién en 2005 volvió a vestir la camiseta de su país. Fue en un amistoso ante Serbia, en el que se reivindicó con un tanto.
Después, fueron pocas las veces en que Lucarelli recibió el llamado del entrenador de turno. Algunos amistosos y recientemente en las Eliminatorias de la Euro 2008. Esta tarde, en Kiev, será más protagonista que nunca porque Italia peligra su clasificación y él deberá ocupar nada menos que el lugar del atacante del Bayern Munich Luca Toni.
"Estoy ansioso por ese partido", dijo en la previa Lucarelli, héroe del Livorno, una de las instituciones deportivas más politizadas del Calcio en la que jugó entre las temporadas 2003 y 2007. Su llegada al club de Toscana es digna de admiración: ocurrió mientras su representante, Carlo Pallavicino, le buscaba una salida del Torino, donde él jugaba.
Llegaron varias ofertas, con cifras suculentas, que fueron descartadas una a una. Lucarelli quería jugar en el Livorno, club del cual es hincha desde su infancia (lleva tatuado en uno de sus brazos el escudo del equipo), y para ello renunciaría a cobrar un millón de euros anuales para aceptar números sustancialmente menores.
El sueño se cumplió rápidamente. Y quedaría lugar para otro posterior: ver al equipo de sus amores en primera división tras 55 años de paseo por Segunda y categorías regionales. Ah, la mencionada negociación motivaría la edición de un libro, publicado por su representante, titulado Quédense con sus millones (ver imagen). El mismo se convirtió en un material de lectura entre jóvenes de su país.

Adyacencias

Cristiano Lucarelli nació el 4 de octubre de 1975 en un barrio marítimo conocido como Shanghai. Hijo de un estibador portuario militante del Partido Comunista y del sindicato, desde niño estuvo rodeado de banderas rojas, por el PCI, y granas, por el Livorno, daba cuenta una nota publicada hace tres años por el diario El País, de España.
Allí mismo había surgido, en 1921, el famoso Partido. La tradición se difundió de generación en generación y eso explica por qué muchos hinchas del modesto club de la ciudad se identifican con el comunismo. Tal es así que la BAL (Brigate Autonome Livornesi), grupo de jerarquía en la estructura del Livorno, es acusada por parcialidades rivales de politizar exageradamente el fútbol.
La BAL se gestó en 1999 y por eso Lucarelli lució en la espalda, durante su paso por el club, el número 99. Con ella marcó 92 tantos en 146 partidos.
En Italia quizá se viva como en ningún otro país del mundo esta tendencia de asociar banderas futboleras con políticas, llenas de consignas y simbologías. Se ve reflejado en su máxima expresión durante los encuentros entre el Livorno y la Lazio, sindicados de representar a la izquierda y a la derecha italiana, respectivamente.
En las tribunas flamean banderas con la hoz y el martillo y otras con la cara de Mussolini. Cada equipo, encima, tenía hasta hace dos meses un referente dentro de la cancha bien reconocible: por un lado Lucarelli (que partió a Ucrania en julio pasado), y por el otro a Paolo Di Canio. El segundo protagonizó varios escándalos e incluso llegó a ser penalizado por realizar el saludo fascista durante la celebración de una conquista.
Dicho "clásico" es posible gracias a ese ansiado e histórico ascenso del Livorno, tras el cual Lucarelli se metió en uno de los grandes líos de su carrera. En la primera temporada del equipo en el Calcio, y a la vista de los malos resultados que cosechaba, con fallos polémicos de los árbitros, se animó a denunciar que en realidad el Poder quería al Livorno en la Serie B por culpa de la ideología comunista de su hinchada.
Y agregó que los descensos de Módena, Empoli, Perugia y Ancona, equipos también identificados con la izquierda, no se habían producido por casualidad. ¿El resultado? Tanto el jugador como el club recibieron una dura sanción económica.
Lucarelli ama al Livorno y Livorno ama a Lucarelli. La partida del futbolista hacia otros horizontes supuso para muchos la ruptura de esa alianza que parecía inquebrantable. Fiel a sus ideas y al corazón de sus hinchas, el protagonista de esta historia le puso fin a los recelos al cumplir con su prometido: invertir la mitad de su sueldo anual de cuatro millones de euros en un diario local de la ciudad portuaria de la Toscana para la creación de nuevos empleos, informó la agencia DPA.
Ese es el hombre de los más de 150 goles en el Calcio. El que también –previamente- supo defender los colores del Perugia, Cosenza, Padova, Atalanta, Valencia, Leche y Torino. Lucarelli tiene en su haber apenas el título de la Copa del Rey obtenido en 1999 con el Valencia, donde ni siquiera dejó memorias imborrables. De todos modos, hay quienes afirman que jamás un futbolista podrá cosechar tanta dignidad.

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