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jueves, 18 de febrero de 2010

Dos décadas después de la salida de las tropas soviéticas de Afganistán

Dmitri Agranovsky - Sovietskaya Rossia
Traducido del ruso por Josafat S. Comín

El 15 de febrero es para mí una fecha dura y aciaga. Hace justo 15 años Gorbachov y compañía sacaron a nuestras tropas de Afganistán, traicionando a nuestros hermanos, abandonándolos a una muerte segura, traicionando a los que habían creído en nosotros, nos habían apoyado y nos habían querido. No es secreto que cuando nuestras tropas abandonaron ordenadamente Afganistán, la población local lloró, comprendían lo que les esperaba.
Gorbachov no sólo traicionó a nuestros amigos. Traicionó al ejército, a todos los que habían muerto, a todos los que habían defendido la frontera sur de nuestra patria del terrorismo internacional, de gente salvaje y despiadada, del Imperio del Mal, los EEUU.
Nos traicionó a todos nosotros, infringiendo un durísimo golpe a nuestro país, echando por tierra todos los esfuerzos y todas las pérdidas que sufrió nuestro ejército, al vencer en esa guerra no solo a los dušman1 , sino a Occidente que los apoyaba, y a todos los radicales musulmanes, que no conocían problemas de dinero, ni de armas ni de efectivos.
Nuestros soldados y oficiales cumplieron con su deber profesional, creando en nuestra frontera meridional un estado estable, prosoviético, prorruso. Nuestros ingenieros, médicos y especialistas levantaron un país moderno donde no había nada. Un país que ya ni siquiera necesitaba a nuestros soldados, solo hacía falta ayudarle con armamento, con dinero y especialistas. Es lo que hacen los EEUU en medio mundo. Pero ni siquiera eso hicieron. Nos traicionó a todos para vivir bien.
Nuestro ejército ganó aquella guerra. Aunque los EEUU se consideren a sí mismos vencedores. Y es cierto. Perdieron en el campo de batalla, igual que antes lo hicieron en Vietnam, en Corea y en cualquier sitio donde han intentado entrar en combate con nosotros. Pero a traicionar, sobornar y en deslealtad sí que nos ganaron. Como siempre recurrieron a la bajeza de la naturaleza humana y a fin de cuentas vencieron. Los lugares sagrados nunca están vacios. De donde nosotros salimos, ellos entran. Nos fuimos de Afganistán y ahora están allí los usamericanos. Nos fuimos de Europa del Este y ahora están allí los usamericanos. Nos fuimos de Georgia y ahora están allí los usamericanos.
Nadie puede dudar de que de habernos ido de Chechenia, como intentaron nuestros enemigos externos e internos, ahora habría allí una base usamericana.
Utilizaron esa guerra para inocularnos el complejo del derrotismo. Recurrieron a todo, desde las películas hasta las canciones melancólicas de Rosenbaum, como “Tulipán negro”. Estoy seguro de que la Gran Guerra Patria no fue menos terrible, pero a nadie le vino a la cabeza convertir en himnos canciones como esa. “Artilleros, Stalin ha dado la orden”, o “Los tanquistas soviéticos están aniquilando al enemigo”, eso sí que eran canciones. Por eso nuestra victoria era incuestionable, sin sombra de duda.
Por supuesto, nadie puede esperar disculpas de los traidores. Están ocupados haciendo publicidad de bolsos de lujo, de marcas de pizza, dando conferencias o recibiendo condecoraciones como “mejor alemán”. Pero me gustaría decir a todos los que cayeron en esa guerra, a todos los que pasaron por ella, que no fue en vano. Estabais defendiendo nuestra Patria y la supisteis defender. Vencisteis al más terrible y peligroso de los enemigos, y ahora cuando ha sacado las garras del todo, es algo que todo el mundo puede ver. Nosotros, todo el país está en deuda con vosotros, no tenemos la culpa de que los dirigentes de entonces, convirtiesen vuestro sacrificio en polvo.
Quisiera pedir perdón a Najibullah2, ahorcado en las puertas de la embajada italiana. Quisiera pedir perdón a Honecker, al que perseguimos por todo el mundo y no dejamos morir en su país, a Ceacescu, al que no se atrevieron ni a juzgar, y fusilaron, no se sabe quién, en un sótano. Quisiera pedir perdón a todos nuestros amigos en todo el mundo, a los que los entonces dirigentes traicionaron (no me atrevo a llamarlos NUESTROS dirigentes).
No fuimos nosotros los que os traicionamos. Nosotros os recordamos, estamos dolidos, y haremos todo lo posible para que nuestro país vuelva a ocupar un lugar digno en el mundo y nunca olvide ni abandone a sus amigos.
Mucho de eso ya se está haciendo. Hay base para el optimismo. Y mientras, ¡Gloria eterna a los héroes! Ni olvido, ni perdón para los traidores.

Notas:
1. Así es como en lengua darí, las tropas soviéticas y gubernamentales afganas se referían a los muyahidines afganos. (En darí, significa traidor).
2. Cuarto presidente de la República Democrática de Afganistán.
Fuente: http://www.sovross.ru/modules.php?name=News&file=article&sid=57068

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