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miércoles, 3 de febrero de 2010

MISAK MANUSHIAN, COMBATIENTE INMORTAL

Adiaman es una hermosa aldea cercana al Río Yeprad, rodeada de una envidiable naturaleza. De pronto, este remoto poblado se transformó en el centro del interés, no sólo de toda la armenidad, sino también de los franceses, ya que allí había nacido un hijo heroico del pueblo armenio, convertido en Héroe Nacional de Francia: Misak Manushian (foto). Es cierto, su personalidad futura la forjó en base a sus vivencias en su pueblo natal, allí donde sufrió las injusticias de quienes ocupaban su tierra. Y lo mismo le tocó vivir en su juventud, en la Franca ocupada por las fuerzas nazis. Su extraordinario humanismo, su voluntad combatida, sus creaciones literarias, todo ello estaba impregnado de sus vivencias pasadas y de su inquebrantable creencia de un mundo justo.
Teniendo tan sólo 9 años, Misak vivió en carne propia lo mismo que la mayoría del pueblo armenio: el sanguinario yatagán otomano arrasó con su familia y sus parientes, dejándolo sólo como parte de una caravana de refugiados que era trasladada desde sus tierras natales hacia lo desconocido. Misak terminó su recorrido en el hogar de huérfanos armenios del poblado libanés de Yiun, donde cursó sus estudios primarios. En 1925, junto a otros huérfanos, es enviado a Francia para trabajar.
Con su soledad a cuestas, Misak salió a enfrentar la vida en una gran ciudad que para él se había transformado en un difícil escollo a superar. Sus años vividos en Francia fueron de una maduración constante, años de luchas permanentes. Trabajó en una fábrica textil y luego ingresó en la "Citroen", donde se relacionó estrechamente con los trabajadores y su lucha en defensa de sus derechos. La serie de poemas "El llamado de las masas", "Desempleados" y "Lucha", entre otros, son la muestra de su formación y definición política e ideológica, y del compromiso asumido con la lucha de la clase trabajadora.
Pero había también otra fuente fundamental que definió la entrega total de la vida de Misak Manushian a la causa de la justicia, la libertad y la igualdad. Esa fuente que nutrió al héroe era la Renacida Armenia Soviética. Frente a su exterminada y perdida tierra natal, allí estaba de pie y en desarrollo constante Armenia, que se había transformado en nutriente de sus hijos sobrevivientes y desparramados por el mundo entero. Y fue así como en los años 30 Misak decidió entregarse por entero a los ideales que sostenían el renacimiento de la Madre Patria.
Se incorpora activamente a los trabajos de HOK (Comité de Ayuda a Armenia). En sus editoriales en el semanario "Zankú", dirigido por él, explicaba la importancia de la existencia de la Armenia Soviética para los armenios del extranjero y para los trabajadores del mundo, enumeraba los logros de la Renacida Patria y llamaba a sumarse a la lucha para construir el socialismo en su país.
Así era Manushian, poeta y combatiente, comunista, en primera fila a la hora de la lucha de clases y de la defensa de la Renacida Madre Patria. Así era él cuando las fuerzas hitlerianas atacaron Europa, ocuparon Francia, Polonia y Checoslovaquia, y luego invadieron la Unión Soviética. En un primer momento, los armenios de la diáspora quedaron casi inmóviles ante el temor de una nueva desgracia, pero rápidamente, la mayoría concentró todas sus fuerzas en la ayuda a Armenia, ya que decenas de miles de sus hijos junto a centenares de miles de hijos de otras nacionalidades de la URSS, habían marchado a los campos de batalla para combatir a la bestia parda que amenazaba con dominar y esclavizar al mundo entero. La diáspora se movilizó y puso gran parte de sus posibilidades materiales al servicio de quienes combatían al fascismo. Y Manushian fue de aquellos quienes decidieron pelear con las armas en la mano, codo a codo junto a sus hermanos de Armenia. Golpear al mismo enemigo, sea en Francia, Grecia o en cualquier otro lugar, significaba luchar al lado de los combatientes soviéticos contra la sanguinaria maquinaria fascista.
Francia cayó bajo las garras nazis, pero el pueblo no se dio por vencido. Dirigido por el Partido Comunista de Francia nació y se desarrolló un poderoso movimiento de resistencia, que a través de sus grupos de partisanos golpeaba una y otra vez a las fuerzas invasoras. Misak Manushian formaba parte de este movimiento y en reconocimiento a su arrojo y entrega, fue nombrado Comandante de las Brigadas Internacionales. Ya no era poeta, sino soldado y comandante al mismo tiempo, y junto a sus hombres causaban numerosos daños a los trenes, a los depósitos de armas y a las caravanas de camiones que trasladaban a los fascistas. Bajo la consigna "Muerte a los fascistas", sus brigadas se lanzaban a las más audaces operaciones militares. El Gobierno títere de Francia y los ocupantes nazis lanzaron el recordado "afiche rojo", por el cual pedían la colaboración para la captura de Misak Manouchian y sus camaradas (foto).
Los rostros sedientos de sangre de los nazis le recordaban a las criminales hordas hamidianas, de los jóvenes turcos y kemalistas, que con el yatagán habían decapitado a su padre y condenado a muerte por hambruna en el desierto a su joven madre y a los demás sobrevivientes de su familia.. Los fascistas le recordaban a aquellas bestias que habían concretado el Primer Genocidio del Siglo XX. Y ahora tenía la oportunidad de vengar aquella tragedia sufrida por su pueblo y de luchar por el país que lo había cobijado, llevando al mismo tiempo su contribución a la lucha del pueblo soviético.
Manushian no dudaba de la victoria y soñaba abrazarse con los soldados soviéticos en la marcha triunfante hacia Berlín. Soñaba con ir a la Armenia Renacida y retomar allí su obra literaria, trabajar y crear para su pueblo... Pero el vil dedo de la traición truncó los sueños de Misak y 22 de sus internacionalistas. La Gestapo, que durante mucho tiempo estuvo atrás de aquellas brigadas internacionales que tanto daño les causaban, sometió a cruentas torturas a Manushian y a sus hombres, sin obtener ningún dato que delatara la actividad de sus brigadas.
El 21 de Febrero de 1944, Manushian y sus compañeros son fusilados en Monvallery (foto, Misak y sus camaradas antes de ser fusilados). Quienes fueron testigos cuentan que Misak se mantuvo firme, con la mirada alta que parecía destellar luz. Antes de morir ya había dejado su último deseo: "Felicidad para las generaciones venideras". El era un convencido que no odiaba a los alemanes, sino a los fascistas, ya que eran éstos los portadores de la barbarie genocida.
A pesar de los esfuerzos realizados por los nazis y sus aliados locales para presentar a Manushian y sus internacionalistas como "criminales extranjeros", el pueblo de francés siempre conoció la verdad y reconoció su entrega nombrándolo Héroe Nacional de Francia y honrando permanentemente su memoria (foto, Memorial recordatorio de Misak y sus camaradas).
Hoy, a 60 años de la victoria sobre las genocidas fuerzas hitlerianas, y cuando algunos trasnochados quieren "transformar" y "presentarnos como héroes" a quienes no dudaron en servir concientemente al fascismo -como es el caso de Tro-, el ejemplo de Manushian y de decenas de miles de armenios que combatieron a los nazis en la Europa ocupada, sirven para acabar con ingenuas -y maliciosas- historietas de "superhombres" que recorrían campos de prisioneros "salvando armenios". Seguramente, también marcaban con cruces las casas de los armenios antifascistas para "salvarlos"; o caminaban "encapuchados" junto a los jerarcas nazis delante de los prisioneros señalando a los combatientes de la resistencia, porque los estaban "salvando"... ¿Alguien lo cree?
Sencillamente, quienes colaboraron con los nazis, también eran NAZIS.

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